¿Es el conocimiento una cosa transferible?

Cómo aprender de las experiencias de transformación 

Obviamente si no hubiera ninguna transmisión del conocimiento hoy seguiríamos viviendo como hace miles de años, y no es así. Los seres humanos tenemos la capacidad de aprender de las experiencias de otros y avanzamos así hacia estadios de mayor desarrollo.

El avance no es lineal, no hay una progresión siempre ascendente, sino que se es capaz de retroceder (si se admite la expresión) a niveles de madurez, sabiduría, conocimiento, humanidad lamentables en muchos momentos: guerras, fascismos, manipulaciones, explotaciones, miserias humanas.

Por tanto que alguien haya conocido no es garantía de que se actúe conociendo. No lo es ni tan siquiera cuando se utiliza aparentemente un lenguaje similar. No hay un proceso de transferencia automática de las experiencias valiosas y enriquecedoras, de la sabiduría, en definitiva, sino que es un proceso de búsqueda y experimentación que cada cual ha de recorrer.

En un artículo académico sobre creación de conocimiento en el ámbito organizacional leí esta frase que me gustó: knowledge per se is an activity not a commodity [1] (es decir, el conocimiento en sí es una actividad no una mercancía). Me pareció visual. Commodity es mercancía en inglés, y a veces no se traduce, para hacer énfasis en su carácter genérico e intercambiable. Aplicado al conocimiento, interpreto: no puedo transferir mi conocimiento entregándotelo y así ya lo tienes, como si fuera un litro de leche. No es transferible como una mercancía, es un proceso infinitamente más complejo, donde además de la voluntad de dar de quien tiene conocimiento la clave está en la apertura y el esfuerzo de quien quiere aprender.

El conocimiento reside en la persona, no está en ningún otro lugar, es indisociable de la persona. Reside como potencialidad y se manifiesta, aparece, se pone en valor, en la actividad. Este conocimiento-actividad deja resultados, deja estelas que pueden servir para el aprendizaje de otros.

Desde esta perspectiva, no podemos decir con rigor que un libro sea conocimiento, sino que aquél es resultado, es producto del conocimiento-actividad. Si damos el nombre de conocimiento (¿explícito?, siguiendo a Nonaka y Takeuchi) a un libro, podemos propiciar falsas interpretaciones y expectativas como confundir su lectura con alcanzar el conocimiento que llevó a escribirlo. El conocimiento no se transfiere de forma automática: por ejemplo, en la lectura de un texto valioso la actividad de interpretación, estudio, recombinación, asimilación, creará nuevo conocimiento en la persona lectora. La clave está en cómo acercarse a un texto o a otras formas de difusión de conocimiento. Evidentemente, hay textos escritos, contenidos de difusión audiovisual, etc. de todos los grados y niveles: falsos, veraces, engañosos, ricos, valiosos, provechosos, tergiversados, etc. Lo mismo sucede con el conocimiento individual.

Tratar de concebir el conocimiento como mercancía o cosa sería como confundir una fotografía con la realidad, tratando de identificarlas. La fotografía es sólo un instante; eso sí, un buen fotógrafo puede inmortalizarlo y captarlo desde una perspectiva que ayude a otras personas a pensar, a sentir, a reflexionar, a conocer. Una buena fotografía es más que la realidad, y no la abarca. ¿Paradoja o sentido común?

La necesitamos –la fotografía– para ser humanos. Digo fotografía como digo libro, como digo cualquier intento de transmitir aquello que una siente, conoce, sabe… sea en el ámbito de la ciencia, de las artes… o en el mundo de las organizaciones. Tratar de aportar valor a partir de nuestro propio conocimiento y aprender de lo que otros nos aportan nos hace humanos.

Pues bien, existen experiencias de transformación organizacional muy interesantes que han supuesto un avance real en las dinámicas de relación y organización. En ellas se consigue eliminar muchos de los malestares que el agotamiento de los conceptos organizativos aún vigentes provocan. Ante el atractivo de estas experiencias, las voces se alzan reclamando: “quiero el caso”, “quiero la metodología”, “quiero los pasos a seguir”; es decir, quiero que el conocimiento me sea transferido como si fuera una mercancía, un commodity, y NO ES ASÍ.

Estamos hablando de enfoques que rompen con mucho de lo dicho hasta ahora y mucho de lo que aún se sigue diciendo, por lo que tratar de incorporar el conocimiento explícito o información de las experiencias avanzadas a un marco de conocimiento-actividad que no se modifica es totalmente inviable. Son pocas las personas que son capaces de trabajar con consistencia en un nuevo marco de conocimiento-actividad promoviendo el proceso de desaprendizaje y aprendizaje que requieren estos procesos de transformación para apoyarlos y avanzar en la superación de aquello que cada día vemos que hay que modificar en nuestras organizaciones y en aquellas con las que nos relacionamos. Es aquí donde radica la dificultad de poner en práctica este tipo de procesos. Confiemos, por el bien de todos, en que el número de personas con conocimiento-actividad en estos terrenos se vaya multiplicando. Ayudaremos a ello en lo que nos sea posible.


[1] Chung-An ChenLinking the knowledge creation process to organizational theories. A macro view of organization-environment change, Emerald. Journal of Organizational Change Management, Vol. 21 No. 3, 2008, https://doi.org/10.1108/09534810810874778

Publicat a

Artículo publicado en Innobai, nº 14, BAI, octubre 2009. Incluye también el artículo en euskera: Jakintza besterenganatu egin daiteke?

Feu un comentari