¿Será 2012 todavía peor que 2011? Pues, según la opinión de los expertos, lo más probable es que sí, que debemos prepararnos para otro año horrible. Efectivamente, estamos actuando insertos en la lógica de los, eufemísticamente, llamados mercados, que es, precisamente, la lógica de la crisis. Por tanto, actuamos, cuando actuamos, sobre síntomas, sobre aspectos parcelados de la misma, reproduciéndola sin cesar. Cuando creíamos estar ante el adviento de la sociedad del conocimiento, nos damos de bruces, sin paliativos, con la sociedad de la ignorancia (con una sociedad incapaz de interpretarse colectivamente a sí misma.
que, entre todos, hagamos posible lo improbable
Un botón de muestra: En los discursos oficiales sobresale, sin cesar, el mantra de la confianza; es decir, debemos ofrecer a los mercados los necesarios sacrificios –humanos, por cierto- para que calmen su ira y se apiaden de nosotros. ¿Resonancias históricas? Sin duda, las primeras, las de aquellas culturas atávicas que, aterrorizadas ante la brutalidad de la Naturaleza y suponiendo que de los dioses dependía, les sacrificaban en rituales sagrados inocentes y vírgenes para ser confiables (¿qué otra cosa es el frustrado sacrificio de Isaac por su padre Abraham ante Yahvé?). Sonreímos con condescendencia ante tan salvajes procederes, propios de otras épocas, pero… ¿no vamos a entender que estamos funcionando con la misma lógica? Pues el funcionamiento de los mercados no tiene nada que ver con ninguna confianza (de ahí el desconcierto de que toda medida que se toma para apaciguarlos, lo que hace es exacerbarlos); hasta que no entendamos que, una vez convertida la moneda en la mercancía por excelencia y subsumida la vida en la financiarización, la crisis es hoy el negocio de los especuladores, no conseguiremos cambiar el rumbo de los acontecimientos.
Si seguimos esta lógica, lo probable es la catástrofe; pero Apocalipsis significa “revelación”. Si somos capaces de desvelar las lógicas del sistema imperante para introducir “cuñas” de lógicas diferentes que lo fragmenten, tenemos esperanza. Los que ya deberíamos peinar canas hemos transitado por este tipo de etapas: Hemos vivido los “imposibles” acontecimientos del 68, hemos visto caer el Muro de Berlín, y, como premio a nuestra longevidad, hemos visto en 2011 cómo acontecimientos en apariencia minúsculos desatan movimientos sísmicos por la democracia, la igualdad, la dignidad… Algo está fraguándose, aun cuando el ruido mediático apenas lo detecte.
Y en esta línea nos llega el soplo vital del sabio nonagenario Edgar Morin [1], llamándonos a la acción decidida antes de que sea tarde. Y entiende esta acción como una construcción individual y socialmente cooperativa de nuevas lógicas capaces de romper la tendencia imperante, basándose, entre otros, en la concatenación de dos conceptos:
- La estrategia “se opone al programa, establece también un objetivo y escenarios de acción, pero por el contrario, modifica su acción en función de las informaciones recogidas y de los avatares encontrados. La estrategia lleva consigo la consciencia de la incertidumbre que afrontará y comporta, por ello mismo, una apuesta.”
- El acontecimiento que, según Deleuze [2] siguiendo a Nietzsche, llama a “lo intempestivo, lo inactual, este devenir que se bifurca con respecto a la historia, ese diagnóstico que toma el relevo del análisis por otras vías. No, no se trata de predecir sino de estar atentos a lo desconocido que llama a nuestra puerta.”
¿Y mis deseos para el nuevo año? Apuesta, estrategia, acontecimientos: que, entre todos, hagamos posible lo improbable.
[1] E. Morin y P. Viveret. “Cómo vivir en tiempos de crisis“. Icaria (2011)
[2] Citado en J.L. Pardo. “El cuerpo sin órganos. Presentación de Gilles Deleuze“. Pre-Textos (2011)