En la medida que el trabajo cognitivo tiende a convertirse en masivo, aparece un comportamiento paradójico: para progresar, la dinámica de las organizaciones necesita incorporar el trabajo del conocimiento como fuente de competitividad, innovación, mejora continua, etc., al tiempo que, para controlarlo –para apropiarse de sus frutos–, necesita la forma de organización existente –que, precisamente, destruye el potencial del trabajo cognitivo al parcelarlo, procedimentarlo, velar su significado, dirigirlo desde la exterioridad. Seguir llegint